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  • 27/01/2021 - 18:41  

    Malvasía Volcánica la reina de Lanzarote. Por Iván Monreal

    Al pensar en el sargo, ese gran capitán de los mares canarios que esta semana ocupa la sección del RecoMercado de Locos por la Gastronomía, es inevitable que se venga a la memoria la imagen de una mesa junto al mar, un sargo al horno servido con unas buenas papas canarias, unas verduras de nuestra huerta y un gran blanco de Lanzarote. Concretamente un vino elaborado con la variedad autóctona, Malvasía volcánica.

    Lanzarote es una tierra forjada a base de fuego y lava. Como detenida en el tiempo, guarda un espectacular paisaje, como único testigo de lo sucedido a finales del siglo XVIII, cuando en 1730, de las entrañas de la Isla comenzaron a brotar toneladas de lava, fuego y cenizas que nos dejaron para los años venideros, una obra de arte natural como en pocos lugares del mundo.

    Bajo los secos mantos de lava corren unas espectaculares galerías de más de 50 metros de profundidad e inigualable belleza. No existe obra hecha por el ser humano capaz de transmitir las sensaciones que se pueden experimentar, por ejemplo, en el Parque Natural de Timanfaya o en el interior de La Cueva de los Verdes. Únicamente César Manrique, hijo predilecto de Arrecife, capital de la isla conejera, ha sido capaz de dar un toque humano a tanta belleza abrupta.

    Cubierta en sus adentros de Rofe, arena volcánica negra de granos gruesos y rugosos, Lanzarote acoge en el subsuelo las raíces de unos viñedos únicos y con mucha personalidad.

    Difícil de imaginar tal estampa, al visitar la Isla se hace obligatorio pasear entre estas vides. Y lo cierto es que sería un paseo con antecedentes pues antes ya lo habían recorrido personajes como William Shakespeare, para disfrutar de los vinos que allí tenían origen, a los que el famoso dramaturgo inglés llamó Canaries, y de los que dejó registro en el drama histórico ‘Henry IV’, escrito en 1597, donde mencionaba: «Ya has tomado muchos canarios y eso que es un vino maravillosamente penetrante»; para referirse a estos vinos blancos elaborados con la variedad reina, la Malvasía Volcánica (Malvasía aromática x Marmajuelo).  

    Para tal desempeño en una tierra con semejantes restricciones, los viticultores y bodegueros se ven obligados a trabajar el viñedo en condiciones muy duras. Cada vid está plantada en unos hoyos de arena volcánica (conocida como picón en otras islas o Jable en El Hierro) a los que bordean con un muro de piedras apiladas a mano, para proteger las vides de los vientos cálidos procedentes de la vecina costa africana.

    Si bien es cierto que la edad media del viñedo oscila entre los 30 y los 50 años, aunque todavía podemos encontrar algunos en perfecto estado de producción con más de 200 años, de lo que no cabe duda es de que este tipo de trabajo, tanto por la dureza y el sacrificio que significan, como por su obligatorio carácter artesanal, se encuentra en declive por el desinterés que muestran las nuevas generaciones hacia esta tradición iniciada por sus antepasados.

    De estas vides nacen vinos blancos aromáticos, ligeramente frescos y de marcada mineralidad, característicos de los suelos volcánicos. Vinos que en su mayoría están fermentados en acero inoxidable y normalmente sin crianzas en otro tipo de depósitos.

    Bien trabajados, estos vinos de delicada acidez, son un deleite para acompañar los regalos que nos brinda el Océano Atlántico. Y como no, para un buen sargo al horno.


    Iván Monreal
    MBA en dirección de empresas de Turismo y Ocio 
    Certificado por la Court of Master Sommelier
    Sumiller Escuela Española de Cata
    Sumiller Associazione Italiana di Sommeliers
    Sumiller Especializado en vinos de Jerez

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