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  • 02/04/2020 - 00:03  

    Niños en casa: duendes en la cocina.

    Niños en casa: duendes en la cocina.

    José María Ayaso

    La cocina de casa es uno de esos espacios donde el duende que habita en cada niño y en cada niña, puede salir y canalizar sus energías creadoras. Hay mucha magia en eso de crear fórmulas mezclando ingredientes para obtener un producto final: utilizar correctamente medidas, aceites, hierbas, sales, cocciones, cacerolas… Algunos adultos hacen lo mismo todos los días, pero ya no lo llaman magia sino recetas. Compartir ese espacio y esos momentos entre todos, no sólo reforzará los lazos familiares, sino que, durante unas horas, nos puede devolver a ese mundo lleno de ilusión, diversión ¡y comida!

    Cocinar no es sólo un juego. Es el más grande de los juegos. Por tanto, debe tener unas normas y una organización claras, para que todo ocurra felizmente y con seguridad. Los niños, además de aprender a formular, desarrollan sus habilidades manuales en el uso de utensilios y ponen a prueba su socialización. Aprenden a superar la frustración y la empatía y lo que es más fácilmente observable: adquieren y refuerzan buenos hábitos alimenticios y de higiene personal y alimentaria. Pero también se repasan de manera práctica las matemáticas de pesos y medidas, se adquiere un vocabulario nuevo propio de la cocina y se descubren nuevos aromas y sabores.

    En estos días en los que debemos quedarnos en casa, los aprendices de mago no pueden acompañarnos a la compra como sería lo ideal. Precisamente por eso, a la vuelta del mercado compartiremos con ellos en casa, los motivos por los que hemos adquirido unos y otros ingredientes y productos, invitándolos a que se impregnen de sus características y den rienda suelta a sus ideas para utilizarlos. 

    Una vez que se han lavado correctamente las manos y vestido con el correspondiente mandil de aprendiz, se les pueden asignar diferentes tareas con arreglo a sus edades y capacidades: aprender a coger adecuadamente los utensilios; cuando le pidamos los ingredientes, solicitarles que nos hagan una breve descripción de cada uno de ellos; enseñarlos a trocear los componentes de una ensalada y proponerles que combinen los que crean que van a gustar a todos. Amasar porciones de las mezclas que se estén utilizando para que se vayan familiarizando con este proceso y sus texturas. Invitarlos a que participen en catas de frutas, chocolates, quesos, etcétera con lo que estarán madurando su memoria olfativa, gustativa y sensorio-motriz.

    Pero si además de todo lo anterior, los niños piden participar en la elaboración de las recetas, sutilmente se invertirán los papeles y los adultos se convertirán en sus ayudantes, guiando con mucha cautela cada uno de sus pasos, especialmente aquellos pasos que estén relacionados con los utensilios de corte o cuando se deban utilizar la cocina o el horno. Desde Locos por la Gastronomía queremos hacer hincapié en la necesidad de prestar especial atención en los cuidados y precauciones de las observaciones recogidas en este último párrafo. Si lo mantenemos todo bajo un control constante, la magia de los duendes puede volver a nuestras cocinas. 

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